Lamentablemente, expresiones como
«puertas giratorias» («revolving doors»), «captura del regulador» («regulatory
capture»), o «capitalismo de amigos» («crony capitalism») parecen haber
arraigado con fuerza en los países más industrializados.
Este compadreo o excesiva aproximación
entre la administración pública reguladora/supervisora y las empresas
reguladas/supervisadas, que pueden ser financieras o de otra laya, lastra la
potencia de la economía y genera ineficiencias. Probablemente, como señala
Luigi Zingales, que hubo de emigrar de Italia a los Estados Unidos para
desarrollar su carrera, estas conductas no sean inherentes al capitalismo sino
que estarían en sus antípodas.
En este rincón peninsular resulta
difícil pensar que el supervisor, cualquiera de ellos, perore sobre su propia
captura regulatoria, que no por silenciada dejaría de ser un riesgo latente. Por
esta razón, son encomiables las reflexiones de la presidenta de la Reserva
Federal, Janet Yellen, formuladas en un discurso reciente.
Según Yellen, la supervisión y la
regulación, para ser efectivas, deben ser independientes de las entidades
sujetas a supervisión. Describe la «captura regulatoria» como la situación en
la que una agencia regulatoria protege a la industria que debe supervisar antes
que al interés público cuya salvaguarda tiene encomendada.
Esta captura, que puede que puede surgir
en la supervisión de cualquier ramo, puede ser intencional o no intencional. En
los casos más descarados, emergen manifiestos conflictos de interés, como que
los funcionarios públicos esperen recompensas procedentes del sector supervisado. En los
casos más intangibles, la cercanía y familiaridad entre las personas conduce a
que se baje la guardia en exceso en favor de los empresas.
Establecido el diagnóstico Yellen entra
en el tratamiento. La Reserva Federal se toma muy en serio este fenómeno y
trabaja duro para prevenirlo. Se aplican estrictos códigos éticos y se
promueven sólidos valores entre sus funcionarios, entre ellos un estrecho
compromiso con la función pública. Se incentiva que las personas cercanas a las
entidades supervisadas puedan manifestar sus dudas cuando tengan conflictos por
la posible pérdida de imparcialidad, y se establecen procedimientos para que
tales conflictos puedan ser reconducidos.
En su obra «Civilización: Occidente y el
resto» (2012), Niall Ferguson se pregunta que habría pasado si los españoles
hubieran colonizado el norte de América y los ingleses el sur. Al margen de
ucronías, es posible que este discurso jamás se hubiera pronunciado.
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