«Faber est suae quisque fortunae»

(Apio Claudio)

«Hinc tibi certandi bona parcendique uoluptas:

quos timuit superat, quos superauit amat»

(Rutilio Namaciano)

jueves, 18 de agosto de 2016

La diferencia entre símbolo y signo: el rey y el emperador como jefes de Estado

Artículo 56, apartado 1, de la Constitución española

«El Rey es el Jefe del Estado, SÍMBOLO de su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones, asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica, y ejerce las funciones que le atribuyen expresamente la Constitución y las leyes».

Sputnik, mi amor (Haruki Murakami)

«—Pues sí. Tenía que decirte una cosa. Por eso llamo —contestó Sumire. Carraspeó ligeramente—. Vamos allá. ¿Cuál es la diferencia entre “signo” y “símbolo”?

Tuve una extraña sensación, como su una larga hilera de objetos indeterminados se cruzara por mi cabeza. —Podrías repetirme la pregunta?

Me la repitió.

—¿Cuál es la diferencia entre “signo” y “símbolo”?

Me incorporé en la cama y me pasé el auricular de la mano izquierda a la derecha.

—Es decir, que me has llamado porque quieres saber la diferencia entre “signo” y “símbolo”. Un domingo de madrugada antes del amanecer. ¡Vaya!

—A las cuatro y cuarto de la madrugada —dijo—. No me lo podía quitar de la cabeza. ¿Cuál debe ser la diferencia entre “signo” y “símbolo”? Alguien me lo pregunto hace días y lo había olvidado por completo, pero hoy, mientras me desnudaba para meterme en la cama, me ha venido a la cabeza. Y me ha desvelado. ¿Puedes explicármela tú? ¿La diferencia entre “signo” y “símbolo”?

—A ver —dije contemplando el techo. Explicarle a Sumire algo con lógica, incluso cando yo lo tenía clarísimo, no era tarea fácil—. El emperador es el símbolo de Japón. ¿De acuerdo?

—Pues más o menos —dijo ella.

—Nada de más o menos. Esto es lo que dice la Constitución japonesa —dije armándome de paciencia—. Podrás poner objeciones o tener dudas al respecto, pero si no lo tomas como un hecho, mi razonamiento no puede avanzar.

—De acuerdo. Lo acepto.

—Gracias. Repito: el emperador es el símbolo de Japón. Pero esto no significa que Japón y el emperador sean equivalentes. ¿Me sigues?

—No.

—Es decir, que la flecha apunta en una sola dirección. El emperador es el símbolo de Japón, pero Japón no es símbolo del emperador. ¿Lo entiendes, verdad?

—Creo que sí.

—Pero si, por ejemplo, pusiera: “El emperador es el signo de Japón”, ambos serían equivalentes. Es decir, que cuando nombráramos a Japón nos referiríamos al emperador, y cuando nombráramos al emperador nos referiríamos a Japón. Se puede añadir, incluso, que ambos serián intercambiables: a=b es lo mismo que b=a. En cuatro palabras, esto es lo que significa “signo”.

—O sea, que tú estás hablando de intercambiar el emperador con Japón. ¿Es posible eso?

—No es eso. No. —Sacudí enérgicamente la cabeza—. Sólo pretendía explicarte de manera fácil de entender la diferencia entre “símbolo” y “signo”. No tenía ninguna intención de intercambiar el emperador con Japón. Era sólo una forma de explicártelo.

—Hum —dijo Sumire—. Pero creo que lo he entendido. Como imagen. En fin, me parece que es una cuestión de sentido único o doble sentido, ¿no?

—Un especialista quizás te lo explicara con mayor exactitud. Pero definiéndolo de una manera simple viene a ser eso.

—Siempre me ha admirado lo bien que explicas las cosas».

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