En «Leones contra
dioses. Cómo los políticos derrotaron a la prima de riesgo y perdieron la
oportunidad de modernizar España» (2015) John Müller enfrenta el Palacio de las
Cortes con el Palacio de la Bolsa, con Neptuno de por medio. El primero,
flanqueado por dos leones de bronce que, según se cuenta popularmente,
representan a Daoíz y Velarde, los héroes del 2 de mayo de 1808, da cobijo a la
soberanía popular. El segundo, en cuya fachada figuran dos medallones de Hermes
y Deméter, a los mercados.
Para Müller, leones y
dioses convivieron en armonía hasta 2009, pero a partir de 2010 comenzó una
pugna en pos de un nuevo equilibrio. Su análisis de este litigio corre en
paralelo con la evolución de la prima de riesgo española. La nueva síntesis, en
términos hegelianos, ha concluido con la momentánea victoria de los leones, aunque
«lo que se ha saneado y reformado en la leonera es lo justo para detener las
hostilidades, pero nada garantiza que dentro de poco no se vuelva a reproducir
el enfrentamiento».
Esta es, en resumen, la
línea argumental básica que se desarrolla en «Leones contra dioses». El libro traza
una sucesión de los hechos acontecidos en los últimos años, durante los
gobiernos de Zapatero -el segundo- y Rajoy. En este sentido, aporta poco respecto a otros
libros recientes como, por ejemplo, «Indecentes» (2012, Ekaizer). Como punto
positivo, y es lógico, dada su condición de periodista, el autor demuestra
tener acceso directo a algunos de los protagonistas y a detalles que no han
trascendido previamente.
Del libro se desprende
que el gobierno español aprovechó el carácter sistémico, merced a su tamaño, de
la economía española para jugar algunas bazas a su favor en las negociaciones
con la Unión Europea, lo que se acompañó de algunos guiños más bien intrascendentes o para la galería (como la reforma del artículo 135 de la Carta Magna). Asimismo, cómo se coqueteó con el tiempo para conseguir,
tras pedir el rescate a la Troika en 2012, que la recuperación económica fuera una realidad
a comienzos de 2015, es decir, con algunos meses por delante para su
rentabilización política de cara a las siguientes elecciones generales.
Con todo, a pesar del buen ritmo narrativo y de estar bien escrito, quizá nos
haya sabido a poco el insuficiente tratamiento del argumento más innovador del
libro: que se ha perdido una ocasión histórica para hacer realidad, de
veras, el sueño de los reformistas de primeros del siglo XIX, esto es, acercar
España a Europa y terminar con las fuerzas antagónicas que tanto han
ralentizado el desarrollo del país en los dos últimos siglos y tanto daño han
infligido.
A propósito de todo
esto, Pérez-Reverte, una vez más, nos da algunas claves del 2 de mayo de 1808
que puede que sigan conservando validez en el presente en relación con los dioses y los leones:
«Así que calculen la
tragedia de los inteligentes: saber que quien trae la modernidad se ha
convertido en tu enemigo, y que tus compatriotas combaten por una causa
equivocada. […] Y así, en esa guerra mal llamada de la Independencia (aquí
nunca logramos independizarnos de nosotros mismos), toda España se vuelve una
trampa inmensa, tanto para los franceses como para quienes -y esto es lo más
triste de todo-, creyeron que con ellos llegaban, por fin, la libertad y las
luces».
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