Tenemos interiorizado,
con razón, que somos un país deudor. Sin embargo, aunque en mucha menor medida,
también somos acreedores y tenemos nuestros deudores, lo que nos permite gozar,
aunque sea puntualmente, de dicha posición de aparente preeminencia. Y somos
acreedores, precisamente, de naciones con las que hemos mantenidos vínculos
históricos muy estrechos, de lo que queda un tenue rastro en la
Constitución (artículo 56, apartado 1) o en el Código Civil (artículo 22,
apartado 1).
Razones geopolíticas e
históricas han provocado la normalización de las relaciones de Cuba con los
Estados Unidos y, por lo tanto, de la isla con el resto del mundo, incluida
España.
Por la nota de prensa del Ministerio de Economía y Competitividad de 4 de mayo de 2016 hemos conocido que
España y Cuba han regularizado sus relaciones económicas y financieras
reestructurando la deuda cubana.
La deuda de Cuba con
España ascendía a finales de octubre de 2015 a unos 2.444 millones de euros y
estaba íntegramente impagada.
En noviembre de 2015 se
firmó un acuerdo bilateral para la reestructuración de la deuda a corto plazo,
que ascendía a unos 201 millones de euros.
En mayo de 2016, en el
marco multilateral del Club de París, se ha reestructurado la deuda de Cuba a
medio y largo plazo, con el impulso de España.
Según la nota de
prensa, en diciembre de 2015 “se consiguió cerrar un acuerdo entre Cuba y los
miembros del Grupo de Acreedores de Cuba en el que se establecían las
condiciones financieras que cada deudor deberá aplicar a la reestructuración y condonación de la deuda.
Estas condiciones son
las siguientes:
- El reembolso del
principal e intereses contractuales, que en el caso de España ascienden a 750
millones de euros, se efectuará en un plazo de 18 años.
- La condonación de los
intereses de demora se realizará de forma proporcional al pago de los reembolsos
consensuados. En el caso de España estos intereses ascienden a 1.492,3 millones
de euros”.
En 18 años se habrá
recuperado el principal y se habrán percibido los intereses remuneratorios.
Aunque no se precisa la cifra, una buena parte de los 1.492 millones de euros
de intereses de demora parece que quedarán condonados.
Adicionalmente, el
compromiso global permite condonaciones individuales a través de la firma de un
programa de conversión de deuda. Los Gobiernos español y cubano han acordado
poner en marcha un programa de conversión de deuda por un total de 375 millones de euros
destinados a financiar proyectos de desarrollo económico y social priorizados
por Cuba y de interés para los dos países.
El caso cubano muestra
que los acuerdos de reestructuración de deuda soberana, cuando concurre el
consentimiento de todos o gran parte de los acreedores, son viables, que permiten el “retorno”
de deudores que se daban por perdidos y que los potenciales beneficios puedan
llegar a todas las partes implicadas, especialmente a los ciudadanos de los
países más desfavorecidos y necesitados de inversión exterior.
Si la reestructuración
es con un país tan cercano a España como Cuba, sin entrar en paternalismos ni
en rancias relaciones metrópoli-colonia, la satisfacción se multiplica.
Puerto Rico, a pesar de
su denominación, también está atravesando estrecheces que dificultan la devolución
de su deuda, sin que en este caso, quizás por su volumen y por el interés
directo de los Estados Unidos, parezca plausible que se pueda echar una mano
desde Madrid.
El mejor negocio es aquel en el que las dos partes ganan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario