Nos
encontramos inmersos en una contradicción, que quizás no sea tal sino una mala
comprensión de la propia dinámica capitalista, financiera y globalizadora: se
homogeneiza la regulación mundial de los mercados financieros y de los flujos
de capital, se simplifican las trabas para su efectividad, se grita a los
cuatro vientos que cualquiera puede ser un emprendedor y crear desde la nada —un garaje, una habitación con una máquina de coser— una multinacional como Apple o
Inditex.
La
realidad es otra, y los oferentes de todo tipo de bienes y servicios, entre
ellos los financieros, son cada vez menos, lo que provoca que proliferen los
monopolios y oligopolios.
Los
círculos concéntricos son cada vez más escasos, y la corporación que desee
garantizarse un mínimo de estabilidad y tener alguna oportunidad para la
supervivencia debe superar el estrecho ámbito municipal o provincial (el de las
cajas de ahorros tradicionales, por ejemplo, o el de las tiendas de ultramarinos
más cercanas a nuestro hogar) para jugar, al menos, en las ligas
regionales, estatales o continentales, si pretende no ser barrida de la noche al
día.
Como
decíamos, las pequeñas “tiendas de barrio” de cualquier ramo son cosa del pasado:
basta con dar una vuelta por el centro de cualquier ciudad mínimamente cosmopolita,
en la que las tiendas de siempre se han visto sustituidas por franquicias mundialmente
conocidas. Esto también abre un debate sobre el homogeneización y el empobrecimiento
cultural en el que en estos momentos no vamos a entrar.
Regresando
a lo financiero, el Banco Central Europeo sigue enviando el mensaje a las pocas
entidades bancarias que han sobrevivido a los últimos años de que es perentorio
abrir una nueva ronda de fusiones, aprovechando, en la zona del euro, que la
regulación y la supervisión son ahora totalmente comunes. Las sinergias deben
conducir más que a ganar más (algo realmente difícil en estos momentos de tipos
tan bajos) a gastar menos, lo que comprende alcanzar economías de escala y la
reducción de las redes de negocio, con todo lo que esto último acarrea en términos
laborales (esta destrucción de empleo no parece preocupar, como si fuera un justo peaje a pagar por los desafueros de algunos y algunas entidades).
Recordemos
las dificultades para acometer procesos de integración dentro de nuestro país
en los últimos años, en los que a la aritmética económica y de los negocios se han sumado elementos
de tipo político o social, incluso de percepción por parte de los clientes de a
quién confían la custodia y la gestión de sus dineros e instrumentos
financieros de diversa naturaleza.
Al
menos, en nuestro país, la práctica inexistencia de las cajas de ahorros ha
acarreado que las comunidades autónomas no tengan la última palabra en los
procesos de integración (aún retienen, por ejemplo, algunas competencias en
materia de cooperativas de crédito y protección del consumidor, pero su impacto
a efectos de integraciones es muy secundario).
Los
diseñadores de la Unión Bancaria Europea creyeron que las fusiones
transfronterizas marcarían el futuro inmediato, pero parece que la realidad es
otra muy distinta.
El
documento del Banco Central Europeo “Report on financial structures” (octubre
de 2016) confirma que la pauta es la contraria:
“Merger
and acquisition (M&A) activity, especially cross-border (intra-euro area)
and outward (with euro area banks as acquirers) transactions, has however
followed a declining trend in recent years, both in terms of the number of
transactions and the total value” (pág. 4).
“Total
M&A activity in the EU banking sector has been on a declining trend since
the high values recorded in 2007, especially in terms of the value and the
number of transactions. Regarding the former, the decline was observed across
the board, with 2015 seeing the lowest value recorded since 2000. More
recently, based on the trend observed in the first half of 2016, a substantial
decrease in the value of M&A activity could be observed compared with the
previous years” (pág. 27).
“Following
the start of the crisis in 2008, the number of domestic transactions remained
broadly unchanged until 2013, reflecting ongoing consolidation in the banking
system, including intra-group transactions in Italy and Germany, and the
restructuring of the banking sector in EU/IMF programme countries. As a result,
the relative share of domestic M&As increased until 2013, but declined
somewhat thereafter” (pág. 28).
“The
transaction value of M&A activity has decreased sharply since 2007 across
all categories and continued to follow a downward path until 2015. In the first
half of 2016, a steep reduction of M&A transactions is noticeable, both in
terms of values and numbers. In particular, there were no inward transactions
and the value of all M&A transactions for the first half of 2016
represented only 9% of the total amount recorded in 2015” (pág. 28).
“From
2008 to 2015, the overall value of transactions decreased from about €39
billion to about €9.5 billion. In the first half of 2016, the value of
transactions recorded was less than €1 billion.
M&A
activity in 2015 and in the first half of 2016 appears to be dominated by
consolidation of the banking sector within the euro area and by efforts to
diversify risks geographically, both in non-euro area EU Member States and
outside the EU. Most domestic as well as cross-border transactions recorded in
2015 and in the first half of 2016 were relatively small” (pág. 29).
Todo
esto nos sugiere lo siguiente:
1º
Si el proyecto europeo pretende llegar a buen término y consolidar los valores
de Europa, es imprescindible disponer de su sistema financiero propio, unificado, fiable y sólido, basado íntegramente en el euro.
2º
Realizados, en los últimos años, procesos de integración nacionales, de los que
ha resultado una menor competencia y una oferta más restringida de los
servicios financieros a recibir por la clientela, llega el turno, de verdad,
del surgimiento de “campeones financieros europeos”, capaces de competir con
los de otras zonas del planeta.
3º
Los Estados de la Unión Europea, a pesar de todo, se muestran reacios a
renunciar a sus “grandes bancos”, lo que generará tensiones en este proceso de generación
de nuevos “líderes bancarios” europeos. Como ya ocurrió en nuestro país en otras
oleadas de fusión en los últimos 30 años, se pueden buscar fórmulas
imaginativas, como el establecimiento de sedes en diversos Estados. En cambio, fórmulas
para compartir el poder de decisión, como las presidencias rotatorias o
compartidas, puede que sean obstáculos para la eficiencia de la gestión y una
verdadera integración y unificación de criterios.
4º
No menos importante que todo lo anterior es que quizás los clientes (los
particulares, pero también las empresas de mayor tamaño) no tengan demasiado
interés en serlo de entidades alejadas en el espacio en lo referido a la ubicación
de los centros de decisión efectiva, o a la existencia de elementos de extranjería
o internacionalidad, demasiado complejos de entender para quien vive al margen
de la realidad financiera y que lo que espera es recibir un servicio fiable y seguro
(que no le genere daños patrimoniales o personales) a un precio razonable.
Paradójicamente,
este argumento parece quebrar cuando quien ofrece el servicio financiero (de
pagos, de crédito u otros auxiliares) no es una entidad financiera, es decir,
nos hallamos en el ámbito de las coloquialmente conocidas como “Fintech”, cuyo
alejamiento físico o su diferente nacionalidad no parece ser un elemento
determinante ni disuasorio para el usuario.